Por: Aureliano Turpo Choquehuanca
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Desde la proclamación de la independencia del Perú un 28 de julio de 1821, por Don José de San Martín, los españoles americanos, más conocidos como criollo-mestizos, se han adueñado de la estructura política, económica, cultural, social y religiosa que la república instituyó bajo el paradigma de la revolución francesa de 1789. Estructura socio-política que asume las características del colonialismo interno como legítima heredera del colonialismo euro-español, consolidando la usurpación de las tierras comunitarias, los centros mineros, los obrajes que se instituyeron bajo la denominación de encomiendas, repartimientos, que pasaron a ser haciendas, latifundios, empresas manufactureras, que con el devenir del tiempo se han institucionalizado dentro el sistema capitalista de explotación neoliberal pro-imperialista.
Ahora bien, desde los pensadores griegos hasta los más post modernizados pensadores europeos anglosajonizados, arianizados y latinizados, coinciden en señalar que la política es la ciencia y el arte de gobernar. Los gobernantes que se sucedieron por el sillón pizarrista, en los primeros años de la república, fueron los conservadores, liberales, constitucionalistas, republicanos y muchas otras expresiones embebidos de la ilustración democratizante liberal capitalista francesa, inglesa y alemana, que impulsó a los aristócratas, oligarcas a hacerse del poder colonial republicano y de esta manera ser los intermediarios de la dominación y sometimiento de nuestra sociedad supuestamente libertada y emancipada del colonialismo español.
En estos primero años republicanos, observamos que la política gubernamental no se expresaba como “ciencia ni arte de gobernar”, pues, toda la administración gubernamental republicana se empantanó en el entreguismo, la dependencia, la usura, sobre todo, la sobreexplotación del mal llamado “ciudadano”. Son tiempos para que las mal llamadas clases políticas y sus aprendices de brujo, relean los escritos de Platón, Sócrates y reflexionen en el quehacer político y entiendan si están preparados para asumir la significación de lo que es hacer política y no confundan con los intereses bajos y corruptores de quienes quieren ser ricos sin trabajar, sino calentando las sentaderas congresales.
Los últimos 50 años del siglo pasado es el espacio y tiempo histórico del colonialismo interno más descarado y corrupto en la administración gubernamental, como consecuencia de la politiquería neoliberal yankisado. El difunto ex presidente Fernando Belaúnde Terry, en la campaña electoral de 1956 proclama, “elecciones libre o revolución es la alternativa de nuestro país”, Víctor Raúl Haya de la Torre arengaba a los bufaloides “SEA SAP” (SOLO EL APRA SALVARA AL PERÚ), y los distintos partidos de la izquierda estalinista repetían el slogan internacionalista de “Proletarios del mundo unidos, patria o muerte venceremos”. Estos canturreos politiqueros han calado en el electorado alienado y estupidizado por la miseria, el hambre, la sobreexplotación y la desocupación centenaria.
Durante el siglo pasado, los distintos gobernantes civiles y militares de la oligarquía criolla-mestiza, han enajenado las riquezas naturales de nuestro territorio ancestral tawantinsuyano, como si fueran sus encomiendas. Estos apátridas hispanistas latinoperuanos anglosajonizados, hipotecaron a las trasnacionales el Perú Tawantinsuyano y sus recursos naturales no renovables como el caucho, el guano de islas, el salitre y los minerales, provocando de esta manera una acción politiquera de entreguismo y destrucción del futuro socio-económico de los pueblos y naciones kechuas, aymaras y amazonenses, legítimos dueños de estos y otros recursos naturales renovables y no renovables.
Es lamentable que la colonización mental extracontinental, haya atrapado los cerebros de la gran parte de la sociedad letrada o alfabetizada en el espíritu mercantilista egocéntrica, sobre todo, de los llamados pequeños burgueses mestizos que juegan a la politiquería de derecha e izquierda, al populismo y al indigenismo campesinista sin entender que, el colonialismo interno no es otra cosa que la continuidad del colonialismo español, dentro de una estructura republicana monocultural, que ha consolidado la alienación, la aculturación mediante las instituciones republicanas, especialmente aquellas mal llamadas de “educación pública y privada”. El Estado Nación estructurado a imagen y semejanza de los estados europeos, ha oficializado la latinización, la peruanización mediante las constituciones políticas y sus leyes, con lo que pretendieron negar definitivamente la identidad cultural, la pertenencia territorial y la personalidad etnohistórica de los pueblos y comunidades kechuas, aymaras y amazonenses.
El curso de la historia ancestral tawantinsuyana no se ha detenido, ha resistido por más de 480 años y hoy, se visibiliza con mayor fuerza para tomar los retos políticos del siglo XXI. La historia política kechua nos demuestra que sus demandas ancestrales son vigentes en la hora actual. El gran dilema es que el APU PACHAKUTIQ y el INKARRY aún no han determinado su accionar político, como consecuencia del confusionismo y la dependencia en el que se encuentran los kechuaymaras y amazonenses y un gran sector de la pequeña burguesía empobrecida a las organizaciones corporativas clasistas que enarbolan demandas socio-económicas dentro de los cánones del colonialismo mental sindicalero y partidista de derecha o izquierda colonizadora. Plantean demandas que le hacen el juego politiquero a los oligarcas apátridas gobernantes de todos los tiempos del colonialismo interno.
La década del 30 y del 80 del siglo pasado nos debe impulsar a reflexionar sobre el rol político que jugaron los kechuas, aymaras y amazonenses, frente a la usurpación de las tierras comunitarias y la negación de nuestros derechos fundamentales como pueblos y comunidades. Las insurrecciones históricas y políticas escenificadas a lo largo y ancho del territorio ancestral del Perú tawantinsuyano, son el ejemplo a seguir y rendir homenaje a sus líderes como a Ignacio K`akma, Martín Turpo, Rumi Maki, Atusparia y a muchos otros que ofrendaron su vida por nuestra definitiva liberación plurinacional. A pesar de estos hechos históricos y políticos, no hemos sido capaces de estructurar nuestra respuesta política como pueblos y comunidades, pues hemos sido absorbidos por los polítiqueros de la derecha y la izquierda y caímos en la trampa de sus ofrecimientos electoreros, negando de esta manera nuestra capacidad organizativa de décadas pasadas, como los movimientos indios y federaciones amazónicas de la década del 80 el siglo XX.
Ahora bien, a todas luces, la llamada política peruana de los criollo-mestizos y apátridas peruanizados, no es el ejercicio de la “ciencia y el arte de gobernar”, puesto que se ha vulgarizado, plebeyalizado, populizado la política euroccidental, para transformarse en politiquería de derecha e izquierda latinoperuana hispanizante anglosajonizado, de ahí que no hay un horizonte político real que resguarde la soberanía plena del conjunto de la sociedad de todas las sangres. Los gobernantes que cometieron latrocinio, unos están en prisión dorada, otros en campaña electoral, buscando volver al palacio o a la casona pizarrista del centralismo limeño, con el único propósito de seguir hipotecando lo poco que queda de las riquezas naturales que la Madre Tierra nos ha proveído.
En esta coyuntura de las elecciones generales, la suerte de los pueblos y comunidades kechuas, aymaras y amazonenses, como de la población mestiza provinciana, está amenazada de muerte, pues, los mandatos de las trasnacionales y sus banqueros judíos no cesarán de imponer sus propias políticas de sometimiento globalizador, para ello financian a sus futuros peones encomenderos en su calidad de candidatos presidenciales. ¿Qué podemos pensar de Fujimori, Toledo y Alan García Pérez?, acaso no fueron fieles sirvientes de los intereses económicos de las trasnacionales y del FMI, BM y del BID. El segundo gobierno del aprista filo imperialista de García Pérez es la más clara manifestación del entreguismo y del sometimiento a sus mandantes yanquis sefardistas anglosajones.
De otro lado, tenemos la presencia de algunas organizaciones neoindigenistas que le hacen el juego al carnaval electoral del 2011. Las elecciones a los gobiernos regionales y municipales del Perú criollo-mestizo nos han dado la señal de que también el mal ejemplo politiquero ha cundido en los kechuas, aymaras y amazonenses. La cantidad de organizaciones inscritas en el Jurado Electoral nos ratifica lo antes señalado y esto nos invita a reflexionar en el futuro organizacional de las aspiraciones políticas de liberación plurinacional del colonialismo interno del criollo-mestizo pequeño burgués peruano. La prensa nacional e internacional nos muestra como algunos dirigentes campesinos de la amazonía van en algunas listas de los partidos de la derecha y la izquierda dizque nacionalistas. Estos candidatos indígenas no son más que íconos de la politiquería criolla-mestiza, para seguir manipulando y engañando al conjunto de los electores del país.
Ahora bien, se informa que el indígena amazónico, Alberto Pizango Chota, presidente de la agrupación “Alianza para la Alternativa de la Humanidad” (APHU), se lamenta de no haber sido aceptado como candidato congresal en el Partido Nacionalista del militar, Ollanta Humala Tazo, seguramente también los siete propuestos por Pizango deben lamentarse por este desaire, sobre todo, el puneño Pablo Salas. Esta conducta politiquera de los pequeños burgueses que juegan a salvadores, es una de las tantas bofetadas que dan a los legítimos dueños del destino histórico y político del Perú Tawantinsuyano, sobre todo, son quienes concientemente impiden la realización política de los kechuas, aymaras y amazonenses, sin embargo, a pesar de estas malcriadezas de los politiqueros mestizos, muchos seguimos creyendo en las bonitas palabras demagógicas, que envuelven la esperanza de miles de miles de seres humanos en las campañas electorales. Sobre este tema específico, en esta hora de decisiones, estaré volviendo en mi próximo alegato político, sobre la ausencia política de los pueblos y comunidades kechuas, aymaras y amazonenses del Perú Tawantinsuyano.